La Marina de Estados Unidos informó que entre el 17 y el 21 de septiembre llevó a cabo cuatro lanzamientos de prueba de misiles balísticos Trident II D5LE desde un submarino de la clase Ohio, frente a la costa este de Florida.
El organismo indicó que los misiles lanzados estaban desarmados y forman parte de un programa rutinario para «evaluar la fiabilidad y precisión del sistema».
Aunque el comunicado oficial destacó que se trata de ensayos programados y no vinculados a coyunturas internacionales, las pruebas ocurren en un momento de creciente fricción entre Washington y Caracas.
Uno de los ensayos, llevado a cabo la noche del domingo, iluminó el cielo y fue visible incluso desde Puerto Rico.
Con estos ensayos, el programa de misiles Trident II D5 alcanzó un total de 197 pruebas exitosas desde su puesta en marcha. Los proyectiles fueron lanzados desde un submarino sumergido y cayeron en un área designada del Atlántico, tras emitirse avisos de seguridad a aeronaves y embarcaciones.
El sistema Trident II D5, desarrollado en la década de 1980 y sometido a un proceso de extensión de vida útil en 2017, está previsto que permanezca operativo hasta la década de 2040.
“El sistema de misiles balísticos lanzados desde submarinos ha sido un componente crítico de nuestra seguridad nacional desde los años 60, y estos lanzamientos siguen demostrando su credibilidad y fiabilidad como parte de nuestra capacidad de disuasión estratégica”, afirmó el vicealmirante Johnny R. Wolfe, director de los Programas de Sistemas Estratégicos de la Marina.
Tensión en el Caribe
En septiembre de este año Estados Unidos ha llevado a cabo una serie de operaciones militare en el Caribe que la Casa Blanca presentó como «ataques contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico». En total, la administración Trump informó de al menos tres operaciones anunciadas públicamente que en conjunto dejaron 17 muertos.
El primer ataque el 2 de septiembre, cuando la Casa Blanca dijo que una pequeña embarcación fue atacada y que 11 personas murieron; una segunda operación anunciada a mediados de mes dejó, según el gobierno estadounidense, tres fallecidos; y un tercer “ataque cinético” fue anunciado el 19 de septiembre y reportó otros tres muertos.
Desde la Casa Blanca se ha defendido la campaña en el Caribe como una medida de “disuasión” para frenar el flujo de estupefacientes hacia Estados Unidos y para golpear a organizaciones que, según Washington, operan como “narcoterroristas”.
El Gobierno de Trump ha reiterado en varias ocasiones que el despliegue no busca un “cambio de régimen” en Venezuela sino «reducir el tráfico de drogas».
El martes, durante la Asamblea General de la ONU Trump advirtió a los “matones que envían drogas desde América Latina” que Estados Unidos los bombardeará “para que dejen de existir”. “No dejaremos que esto suceda. Hemos perdido a más de 300 mil personas a causa de las drogas”, dijo.
En Caracas la versión oficial es que los ataques forman parte de una «guerra no declarada» contra Venezuela, cuyo objetivo sería apoderarse de su petróleo y riquezas naturales, al tiempo que ha llevado a cabo alistamientos de ciudadanos a la Milicia Bolivariana y ejercicios militares.